DIEZ CLAVES PARA CONVERTIRSE EN UN BUEN ESTRATEGA DE LA VIDA

Mientras que la sociedad nos prepara para evitar el conflicto, hay algunas personas que están subiendo por los muros de nuestra fortaleza para quitarnos lo que más queremos: nuestros sueños, nuestra salud, nuestras propiedades, nuestra tan deseada paz mental. Pero la sociedad no te prepara para defenderte. No te entrena para ser un estratega de la vida. Y no lo hará nunca. Por tal motivo, sólo aquellas personas que a lo largo de la historia han visto el contexto que les rodeaba a vista de águila, han sabido ir, volver, quedarse, huir, persuadir, callarse, actuar o reflexionar mejor que el resto de las personas de su entorno. Admitámoslo: el destino de muchas personas ha dependido del estratega, del que en momentos difíciles mantiene la cabeza fría y actúa a la inversa del caos emocional que se crea ante una situación complicada. Las siguientes claves te ayudarán a adquirir y potenciar la habilidad de ser un estratega de la vida. Quizás pierdas la partida, la batalla o la guerra, pero por lo menos habrás sabido luchar de tú a tú con los problemas desde el conocimiento, desde la altitud de quien hace primar sus objetivos sobre una emoción concreta, desde la tranquilidad de saber aguardar el momento oportuno para la actuación pertinente y efectiva. Estas diez claves te ayudarán a comprender mejor que la paz existe y el conflicto es su sombra. Que la paz es necesaria y el conflicto también, para solucionar el lastre que todos tenemos en nuestras vidas por relacionarnos con personas equivocadas o actuar en contra de nuestros propios intereses. El viaje al mundo de la estrategia te espera.
Un buen estratega: 
Sabe que sus emociones pueden sobrevalorar o minusvalorar los hechos que ocurren en la vida: si tienes miedo, tenderás a sobrevalorar a tus enemigos y a exagerar lo que puede ocurrir, actuando demasiado a la defensiva. La ira, además de ser un veneno que uno toma para intentar “matar” al otro, te cegará y te hará actuar con precipitación. El éxito tenderá a que te relajes mientras lentamente se te va acortando tu ventaja sobre tus logros y los competidores lo aprovecharán y te copiarán mucho más rápido de lo que crees, y mientras disfrutas del champán 2 embriagador y cegador de la victoria momentánea… no sabes que todo cambia por momentos y que la autocomplacencia es la muerte segura de cualquier proyecto personal o profesional.
Domina los detalles por adelantado y tiene una visión general por encima de los problemas puntuales: Mientras que los demás no saben a dónde ir ante una situación complicada, el estratega “ha visto” la posible solución con anterioridad, su visualización de lo que podía ocurrir fue tan real, tan acertada, que su calma imanta a los que le rodean , todos le buscarán, verán su poder como algo natural, el estratega transmite dicho aura… pero él sabe que sólo la anticipación del detalle hace fácil lo complicado. Por ello se prepara en tiempos de tranquilidad para no descontrolarse emocionalmente en situaciones complicadas donde pensar a veces no es posible, por ello se entrena para dar respuestas inmediatas que sean eficaces. Juzga los hechos, sólo los hechos. Las palabras son fáciles de decir… y muchas veces las acciones que están detrás de ellas reflejan lo contrario: Ante cualquier problema serio los hechos hablan por sí solos sobre las verdaderas intenciones de quien las pronuncia. El estratega sabe que ante cualquier conflicto la verdadera personalidad de una persona no se forja… ¡se revela! y a menudo la sorpresa que nos llevamos es mayúscula. Pero el estratega lo intuye, sigue la pista de las actuaciones de quien habla mucho, bien, con persuasión… pero sus actos no “bailan” con su discurso. El buen estratega está preparado para cuando de verdad los actos reflejen sus verdaderas intenciones.
Entrena su fortaleza mental: cuando todo falla, la persona estratega huye del ruido y acude a su propio templo del conocimiento. Sus libros sobre habilidades, sus cursos, sus vídeos sobre los mejores gurús del mundo, todo está dentro de sí esperando a ser utilizado, recordado para darle alternativas a una situación difícil. Sabe que siempre detrás del plan b, está todo el abecedario para crear alternativas diferentes a una situación para provocar soluciones eficaces.
Actúa de manera sibilina… o con determinación implacable según el contexto: Nuestra personalidad nos ata en nuestras respuestas emocionales y racionales habituales. Es decir, tendemos a actuar de manera similar casi siempre. Pero la persona estratega actúa con la pluma o el mazo según sus objetivos a largo plazo establecidos. Ante cualquier ataque sabe cómo devolver contra los que lo realizan su violencia y agresión, provocando que la brutalidad de sus acciones sea el reflejo de lo que son para descrédito suyo y caigan por sus propias actuaciones ante la sociedad.
Sabe que un mar en calma nunca hizo a un buen marinero: la persona estratega busca retos. No huye de las situaciones conflictivas. Estas le permiten crecer, le permite probar su valía, le permiten aplicar todas las habilidades para las que se ha estado preparando. Sabe que ante el reto crece como profesional y ante la huida o pasividad a la que puede tender emocionalmente en un momento dado le hace ser una persona “pequeña”. Contrapone su comodidad a la virtud del sacrificio para mejorar día a día en la búsqueda de forjarse como una persona de valor.
Conoce el arte de saber concluir las cosas, que consiste en saber cuándo detenerse: Cuánto tiempo perdido en actuaciones inútiles, en relaciones tóxicas, en proyectos viciados de inicio. La persona estratega pone fin a lo que no le permite crecer, a lo que le lastra, le condiciona negativamente. Sabe detenerse y valorar constantemente su entorno para depurar y concluir lo que le impide culminar sus objetivos. Y busca la realidad de las cosas, no desea actuar conforme a lo que le gustaría que pasara. Actúa conforme a lo que sabe qué pasa, y entonces decide la estrategia adecuada de manera implacable… o sutil, pero siempre terminando con lo que le interpone en su estrategia para cumplir sus objetivos.
Se entrena para saber interpretar a las personas: En muchas ocasiones la estrategia está subordinada a la persuasión. Y la persuasión está subordinada al conocimiento lo más exhaustivo posible de la naturaleza de las relaciones personales. En general a todos nos gusta sentirnos importantes, reconocidos y apreciados permanentemente, por tal motivo, un buen estratega te hará sentir una persona de valor… para conseguir su objeto. Éste es el secreto. Al estratega sólo le importa su objetivo, por eso vuelve al punto tercero y podrás descubrir qué se esconde tras sus amables palabras, o aprender su técnica y hacer lo mismo. La llave secreta de las relaciones es ser detallista con las personas y objetivo con los elogios, entonces la mayoría te abrirán sus mentes y corazones y podrás influir teniendo más opciones de culminar tu estrategia.
No va en contra de su cuerpo, templo y sustento de su conocimiento: Ganar, éxito, acierto, objetivos, todo esfuerzo parece que olvida algo importante, aunque las ideas sean ilimitadas, aunque el entusiasmo te haga trabajar sin descanso, aunque tus objetivos seas importantísimos y estés a punto de alcanzarlos, tu cuerpo no es ilimitado, tu cuerpo te emite señales de alarma, si maltratas a tu cuerpo, si desprecias el descanso que te pide se “vengará” de ti en cualquier momento. Un buen estratega sigue el principio de los indios Siux: “la persona que se preocupa de los susurros no tendrá que ocuparse los gritos“. Tu cuerpo te susurra cuando no puede más. Trátalo con cuidado, mímalo tanto como cuidas tus objetivos. Y regálale descanso y atenciones para poder continuar con tu estrategia.
No deja de crecer, sabe que tiene que potenciar sus habilidades para conseguir las mejores estrategias posibles: un estratega sabe que el mundo cambia constantemente y el conocimiento también. Cada día hay excelentes autores, profesores que son generosos en dar lo que saben, en impartir lo que tienen dentro para que su experiencia de vida ayude a quienes no han podido o querido adquirir sus conocimientos. El buen estratega lee mucho y acertadamente, va a cursos prácticos y tiene la humildad de tener su mente abierta a los que más saben y los sigue con profunda gratitud porque le hacen mejorar día a día. En definitiva, un buen estratega no se limita a estas diez claves, sabe que hay muchas más esperando a ser encontradas y asimiladas como herramientas para conseguir sus objetivos propuestos. 4 Que tengas la suerte de acertar con la estrategia adecuada en tu vida personal y profesional, y si no la encuentras sigue estudiando, todas las respuestas están en los buenos libros y en los buenos maestros.
Aporte:
Julio García Ramírez Abogado

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